Jaime Torres Boddet
(1902 –1974)
Jaime Torres Bodet nació en la ciudad de México, Distrito Federal, en 1902. Hizo la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de México y posteriormente, en 1921, fue secretario de don José Vasconcelos cuando éste fue rector en esa casa de estudios.
Tenía un manejo extraordinario de las letras y destacó como escritor y poeta. De 1922 a 1923 dirigió atinadamente la revista Falange y compartió la dirección de Contemporáneos entre 1928 y 1931
Fue Secretario de Educación Pública durante varios períodos, mostró un interés tal por la educación, que desde ahí emprendió la Campaña Nacional contra la Alfabetización. Político con admirable don de gentes, ejerció cargos diplomáticos de importancia, que lo llevaron a proyectarse internacionalmente.
Fue miembro destacado de instituciones como la Academia Mexicana de la Lengua, El Colegio Nacional, el Instituto de Francia (Academia de Bellas Artes) y la Academia del Mundo Latino.
Varias universidades le concedieron el título de Doctor Honoris Causa. En su faceta de escritor, su obra literaria comprende poesía (Fervor ?> y El corazón delirante ?>), ensayo (Contemporáneos ?>), novelas (Margarita de niebla ?>), relatos, prólogos y traducciones. Algunos otros títulos son: Educación Mexicana. Discursos, documentos y entrevistas (1944), Nacimiento de Venus y otros relatos (1941).
Fue director general de la UNESCO, en el período comprendido de 1948 a 1952. Murió el 13 de mayo de 1974.
Poemas Invitación al viaje
Con las manos juntas, en la tarde clara, vámonos al bosque de la sien de plata.
Bajo los pinares junto a la cañada, hay una agua limpia que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos, juntos a mirarla y a mirarnos juntos en sus ondas rápidas... Bajo el cielo de oro hay una montaña una encina negra que hace negra el alma
Subiremos juntos a tocas sus ramas y a oler el perfume de sus mieles ásperas... Otoño nos cita con un son de flauta: vamos a buscarlo por la tarde clara.

Continuidad.
No has muerto, has vuelto a mi.
lo que en la tierra, una parte de tu ser reposa;
sepultaron los hombres, no te entierra.
por que yo soy tu verdadera fosa.
Dentro de esta inquietud del alma ansiosa
que me diste al nacer.
sigues en guerra contra la insaciedad que nos acosa
y que desde la cuna nos destierra.
vives en lo que pienso; en lo que digo.
y con vida tan honda que no hay centro, hora, ni lugar
en que no estes conmigo, pues te clavó la muerte
tan adentro, del corazón trivial con que te abrigo.
Que mientras mas te busco, mas te encuentro.